EL MBAEPUCUCU (El oso jucumari)

Muchos afirman haberlo visto. Otros refieren haber sido perseguidos y aun raptados. Y no son pocos los que admiten haber escuchado varios relatos misteriosos de este extraño personaje que inspira miedo y terror y…dizque la muerte. Particularmente entre las personas más ancianas del pueblo guarayo que conservan todavia las creencias y supersticiones de sus abuelos que aún perviven en lo más profundo de la selva de su subconsciente.
Estamos hablando del misterioso como enigmático ser que los guarayos en lengua llaman Mbaepucucu, que traducido al castellano quiere decir hombre de piernas largas, grande y peludo. Pero, ¿quién es este ser o qué cosa es realmente? Algunos creen que es el duende, pero como es fácil advertir, nada tiene que ver con la tradicional descripción que se hace de este ser tan popular que roba chicos, monta potros al pelo y trenza las crines de los caballos en desaforada carrera en noches de luna.
La mayoria dice que es un mono grande llamado Jucumari, que tiene la afición de llevarse a las mujeres, si es macho, y a veces persigue a los hombres, si es hembra Aunque también se ha dado casos en que persigue a los niños.
Los que lo han visto dicen que habla, repite lo que se le pregunta con voz ronca, tiene ojos rojos y uñas largas. Se cuenta un caso en que mató a su victima y la devoró. Dicen que vive en cuevas cuya puerta tapa con una gran piedra. Afirman que para defenderse de él, basta mostrarle un cuchillo o el humo de una cachimba.
Ha sido visto por los barrios más alejados y sin iluminación como San Gregorio, San Juan, cerca de la circunvalación y en otros puntos algo alejados del pueblo de Ascensión, como también en otros pueblos de la provincia Guarayos.
Esto sucedió hace muchos años, cuando la abuela de Berbenuto Yeguaroba era joven. Esta señora se llamaba Petrona y su esposo José, tenían como es natural, su chaco no muy lejos del poblado y su casita en el pueblo. Doña Petrona ayudaba a su esposo en las labores del chaco y en sus momentos libres tenia su telar donde tejia hamacas. Un día no cocinó. Por este motivo José se enojó mucho y le dijo:
-¿Por qué no cocinaste, mujer?
-Porque tenia que terminar la hamaca, mirá que mañana es la vispera de la fiesta del pueblo. Por eso no cociné- respondió doña Petrona- Pero José siguió reteándola. Petrona se enojó y sin decir ni una palabra agarró su tupé y sus hilos y se vino al pueblo.
Era aproximadamente cerca de la una de la tarde, el sol estaba ardiente. Petrona decidió descansar a la sombra de un árbol, como tenía mucha sed, buscó la quebrada cercana. Estaba tomando agua tranquilamente, cuando de pronto, sintió que algo se acercaba desde atrás, volteó rápidamente para mirar… quedó tiesa al ver acercarse un hombre grande, feo y peludo.
Presa del miedo corrió cuesta arriba, pero no pudo subir porque el hombre la agarró, Petrona gritaba con desesperación, pero nadie la escuchaba, el ser extraño la echó sobre sus hombros y se la llevó. José buscó en el pueblo a su mujer, pero nadie le dio razón de ella.

-¿Acaso no se fue al chaco con usted? -le respondían- José presintió que algo grave había pasado con su mujer, porque comentaba la gente de que “algo” raro había en aquella quebrada.
Pasaron los meses y los años y Petrona no apareció jamás. José vendió el chaco porque no quiso saber más de ese lugar.
Veamos pues, otro caso. En una oportunidad mandaron a don Maseo y su amigo a llevar viveres a un campamento que estaba a dos días de camino. Al anochecer don Maseo le dijo a su amigo:

Entremos “dentro” del monte, porque no sirve dormir sobre el camino. Puede suceder algo.
-No, yo me voy a quedar a dormir en el camino, pues me da más miedo dentro del monte- respondió el amigo.
Don Maseo entró a dormir en el monte. Cerca de la media noche escuchó unos gritos escalofriantes que le helaron los huesos y le hicieron castañetear los dientes, Inmediatamente don Maseo cayó de rodillas y empezó a rezar. Los gritos se escuchaban cada vez más fuertes y desgarradores, como de persona loca de terror. Pasados unos momentos todo quedó en silencio. No recuerda cuánto tiempo permaneció arrodillado. Al día, muy temprano, fue al lugar donde quedó su compañero. Levantó el mosquitero y…se le pararon los pelos de susto, ahí sólo había huesos y sangre… alrededor se veían huellas como de un hombre o un mono grande. ¿Sería el Mbaepucucu?… Sólo el finao lo sabe con certeza.
Sea mono, duende, oso jucumari o diablo, lo cierto es que cualquiera le teme al cuchillo. Esto lo afirmamos de acuerdo al caso que a continuación veremos:
Ocurrió en un chaco, un hombre estaba con su mujer y sus tres hijos, la mujer salió tarde de la noche a ver las trampas que había colocado su marido, acompañada de su hijo mayorcito. De repente el muchacho sintió miedo y pretextando un dolor en el pie se volvió a la choza. El papá había despertado y le preguntó:

-¿Y tu mamá?

– Se fue a ver las trampas.

– Y por qué la dejaste sola?

-Me duele el pie, por eso me volví, pero ella lleva el cuchillo grande.

El hombre muy preocupado, presintiendo algún peligro, salió al instante en busca de su mujer, en la noche oscura y tenebrosa no pudo encontrarla.
Con la primera luz del día, emprendió nuevamente la angustiosa búsqueda, después de una fatigosa y desesperada caminata la encontró a una distancia de cinco Km, en medio de una horrible y enmarañada chipazón de espinas. El hombre muy asustado le preguntó:
-¿Cómo llegaste hasta aquí? La mujer llorando y temblando respondió.
-El Mbaepucucu me trajo, estaba revisando las trampas, de pronto apareció tras de mi, me tapó la boca, luego me echó a su espalda, muy asustada sólo atiné a mostrarle el cuchillo, entonces parece que él también se asustó y me botó aquí.
Tal vez este misterioso ser se salvó esa vez de morir acuchillado por la asustada mujer, que en este caso, es más peligrosa que el mismo diablo. Así el Mbaepucиcи continúa vivito y coleando, haciendo de las suyas en los barrios alejados y en los chacos de los guarayos. Hasta que algun caray o un colla compre sus casas y chacos “matando” para siempre al Mbaepucucu.

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