PATRIMONIO CULTURAL DEL PUEBLO GUARAYU
Hace muchísimo tiempo, cuando los guarayos eran todavía nómadas, existió un jefe guerrero que se distinguió por su fuerza, poder y valentía. Cuenta la leyenda que este jefe guara – yú se llamaba Gwagwasu (Cusi) Era fisicamente bien dotado, alto, musculoso y de carácter fuerte, pero en el fondo de su alma amaba mucho a su tribu por la cual se desvivía protegiéndola de todos los peligros en su diario deambular por la espléndida selva en busca de mejores lugares donde pescar, cazar y recolectar frutos.
Gwagwasu escuchaba con mucha atención los problemas y necesidades de su gente y en todo lo que podía les daba solución, por este hermoso proceder se ganó el cariño y respeto de su tribu para siempre, ya que Gwagwasumurió atravesado por una flecha de la parcialidad yanaigua, enemiga secular de los guarayos porque pretendian quitarles su territorio.
Mucho tiempo después de la muerte de Gwagwasu, unos cazadores escucharon un extraño ruido y se aproximaron sigilosamente descubriendo a un “jochi calucha” que roía un fruto extraño. Espantado el bicho, alzaron el fruto y lo partieron. En su interior había varias semillas. Probaron las mismas y se dieron cuenta que eran agradables y aceitosas.
Siguieron caminando y vieron con sorpresa muchos de esos frutos alrededor de una palmera esbelta, descubriendo inmediatamente la existencia de una gran cantidad de plantas de la misma especie, única en la zona.
Cogieron sus hojas y vieron que eran suaves y dóciles. Poco a poco se dieron cuenta de muchas aplicaciones que les brindaba este árbol maravilloso. Entonces decidieron establecerse definitivamente en esta zona. No se equivocaron, el árbol fue su protector y benefactor. Les dio muchas cosas importantes. Con sus hojas techaron sus casas, tejieron el panacú, el jasayé, el tupé, los sopladores. Su fruto les dio también su preciado aceite que colocado en ollas de barro con una mecha tejida de fibra de algodón, alumbraron sus noches oscuras. Las mujeres masticaron la semilla untándose el cabello para mantenerlo brillante, sedoso, limpio y negro.
Sus chozas y chacos estaban protegidos de los rayos en días de tormenta eléctrica porque donde hay un “cusisal” (gwagwasuti), decían los antiguos, no cae el rayo. Así también las tardes soleadas y calientes eran suavizadas por la brisa porque el cusí atrae el viento. En fin, eran muchos los beneficios que este árbol brindaba a los guarayos.
Entonces, llenos de gratitud, se acordaron de aquel jefe, tan querido,que supongo darles cariño y protección y decidieron bautizar la maravillosa palmera con el nombre de: Gwagwasu.
La palabra cusi proviene del dialecto chiquitano.