LAS MANCHAS DE LA LUNA

¿Sabes por qué la luna tiene manchas en su faz?. Seguro que sí lo sabes. Sin embargo los primeros nativos guarayos se hicieron la misma pregunta y en su primitiva ignorancia encontraron la respuesta en esta bonita leyenda.
Cuentan que en tiempos muy remotos había una linda cuñataí (muchacha joven), hija de un valiente guerrero, esta muchacha era muy perseguida por los jóvenes de la tribu ya que poseía una belleza propia de su raza, era alta, delgada, morena y de grandes ojos negros ligeramente oblicuos, usaba una cabellera larga y brillante debido al aceite de cusi que le llegaba hasta la delgada cintura.

A pesar de su belleza, no podia tener compañero por temor a su padre quien quería para su hija el joven más valiente que pudiera algún dia dirigir la tribu sin ningún temor y además que sea hábil cazador. Sin embargo, comenzó a suceder algo muy extraño, todas las noches, muy tarde, alguien llegaba sigilosamente y se acostaba con ella. Llegaba tan disfrazadamente que la guaraya no podía saber quién era el que la visitaba.

Muy asustada y también intrigada por este hecho, la cuñataí se animó a confesarle a su a Yari (abuelita) lo que sucedia. La yari hizo que la joven tomara unos carbones y los moliera bien, mezclándolos con agua, en un mate, hasta hacer una especie de mazamorra. Hecho esto le dijo:

-Mira hija, guarda esto cerca de tu hamaca. Esta noche, cuando llegue ese hombre, te embarras la mano y se la pasas por la cara. Mañana muy temprano sabremos quién es el que te visita.

Aquella noche llegó el extraño amante, como siempre, tarde de la noche, sigilosamente y muy despacio abrazó a la bella joven, ésta ya estaba preparada y con la mano embarrada la pasó fuertemente por la cara manchándosela toda

Al día siguiente se levantaron muy tempranito para observar la cara de todos los hombres de la pequeña tribu y asi descubrir al culpable. Pero sucedió lo inesperado, ninguno tenía la cara manchada. Decepcionadas y temerosas porque pensaban que se trataba del Caruguar (diablo), se retiraron a su choza para pensar en lo sucedido.

Llegada la noche comenzó a surgir del naciente la luna llena, grande, hermosa y toda llena de manchas, la cuñataí y la yari la contemplaron con la boca abierta, asombradas y sin duda alguna descubrieron al amante. Era la luna que atraída por la gran belleza de la joven se había enamorado bajaba todas las noches a dormir con ella.

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